El Recolector de Historias

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jueves, 30 de abril de 2009

"Marcado por la Bestia"

“Zhania y Gayu, eran unos jóvenes enamorados que vivían en una aldea cerca del bosque, ella con la mirada de color miel y piel clara como la nieve, él moreno y de ojos negros profundos como la mismísima noche.

Como cada día ella esperaba a su amado junto a la fuente del pueblo. Pero el se retraso, tubo un encuentro inesperado, fue atacado por un enorme lobo, un lobo de ojos grises y pelaje oscuro, parecía una bestia sacada del mismísimo Averno.

A pesar de su retraso consiguió llegar junto a su amada, pero la cosa andaba mal, un grupo de jovenzuelos del pueblo, entre ellos uno que cortejaba a la chica, empezaron a molestar al joven que ya estaba herido por el ataque del animal pero aun así se abalanzo sobre los malhechores, aunque no pudo hacer nada y recibió una brutal paliza.

Paso el día y juro venganza.

El día siguiente paso muy lentamente para el joven, aunque sus heridas sanaron de forma sorprendente, asombrado y confuso por lo acontecido decidió salir de su casa, y dirigirse al cercano bosque, donde vivía una bruja. Con solo ver sus ojos se dio cuenta de que había sido poseído por la marca de la bestia, pero había algo misterioso dentro de él, algo que no dejaba que el ser malévolo se apoderase completamente de su alma.

Por fin llegó la noche, noche de luna llena, sólo faltaban unos minutos para las doce, nuestro desafortunado amigo se encontraba regresando del bosque, y justo al sonar las campanadas de la iglesia, sus ojos se volvieron rojos, sus costillas empezaron a sufrir modificaciones, su corazón latía a paso veloz mientras recordaba con gran sufrimiento a la mujer que amaba, entre la confusión gritó con todas sus fuerzas su nombre acabando con un gran aullido, la transformación se había realizado, había cruzado la puerta entre la realidad y lo fantástico, el hombre lobo había dejado de ser una leyenda entre su pueblo...

La ganas de comer y saborear la sangre humana ya eran incontenibles así fue como sucedió, se dirigió a una aldea cercana, se escuchó un fuerte aullido, los aldeanos pensaron que solo era un lobo, aullando a la luna, pero no, sus peores temores se habían hecho realidad, ahí estaba el hombre lobo, dispuesto a matar a todo ser viviente en ese lugar, el escenario era dantesco, cuerpos ensangrentados y mutilados estaban desplegados a lo largo de las calles del pueblo, él ya había cometido su primera masacre.
Pero su instinto asesino todavía estaba latente, era la hora de la venganza, había que encontrar a los malhechores que le dieron la paliza el día anterior, cuando los encontró los mató uno a uno brutalmente, con el suspiro de un alma que vaga en soledad pasó el resto de la noche delante de la casa donde dormía su amada, simplemente observándola, eso le bastaba. Los instintos asesinos del lobo se convertían en instintos de protección cuando estaba cerca de ella.
Pasaron los días y continuó matando para alimentarse y todos los días después de saciar su sed de sangre acudía para observar a su amada.
Un día cualquiera se acercó para observarla como cada noche pero vio como la chica estaba en peligro, estaba siendo agredida por unos ladrones, cuando vieron acercarse a la enorme bestia comenzaron a disparar le con arcos y ballestas, hasta que el cuerpo del animal cayó al suelo convirtiéndose en hombre, los bandidos asustados se marcharon y la indefensa chica lo dejó tirado para buscar ayuda, había que salvar su vida como fuese, pero al volver, su cuerpo ya no estaba pero la luz de la luna llena dejaba ver entre las sombras las siluetas oscuras de una manada de lobos.
Nunca se ha vuelto a ver al hombre lobo, pero en algunas noches de luna llena se escuchan aullidos y entre aullidos el nombre de su amada a lo lejos....”

KingWolf


(Historia ambientada en un relato que leí hace tiempo, la ambientación que usaba no me convencía y hice una adaptación a mi gusto ^^)

miércoles, 29 de abril de 2009

"La Calavera Numero Cien"

Esta historia de venganzas familiares, con algún elemento fantasmagórico y ambientada en el Salvaje Oeste, aparece en una compilación de 1896 titulada Myths and Legends of Our OwnLand.

"Su protagonista, Bill Quick, es un duro trampero de Ohio que vivía a principios del siglo XIX en una cabaña de la parte alta del río Scioto. Una tarde, al volver de cazar, encontró su casa desvalijada y a su anciano padre tendido en el suelo sobre un charco de sangre. A pesar que ninguna prueba lo indicaba así, Bill se convenció de que los autores del ataque habían sido los indios, y desde aquel momento los odió con todo su corazón, y prometió vengarse de ellos cien veces. Silencioso y sutil, casi como una presencia invisible, asesinó sin piedad a muchos pieles rojas que encontró en el bosque. Dentro los círculos de tipis, alrededor del fuego, comenzaron a contarse terribles historias sobre centelleantes cuchillos que salían de la maleza, mortíferas balas provenientes de la orilla del río y sombras que te cortaban el cuello en tu propia tienda antes de que pudieses despertar. Bill Quick se había convertido en la muerte encarnada, al menos para los indios de la región. Poco a poco, fue reuniendo en las estanterías de su cabaña una siniestra colección de calaveras, pues, a diferencia de otros cazadores de cabezas de su época, para él el cuero cabelludo no bastaba como trofeo. Así que llegó un momento en el cual noventa y nueve rostros descarnados le sonreían desde las paredes de su hogar, y él les devolvía la sonrisa cada mañana pensando en que solo le faltaba una cabeza más para completar su venganza. Sin embargo, la caza de pieles rojas ya no era tan fácil como antes. Muchos de los indios habían emigrado lejos, a tierras teóricamente más seguras, y los que quedaban se cuidaban muy mucho de evitar las zonas frecuentadas por él. Ahora, aunque a veces acechaba entre los matorrales durante días, siempre regresaba a casa con la bolsa vacía y el corazón lleno de frustración. Pasó el tiempo, y Bill, que era ya mayor, enfermó sin esperanza de recuperación. Con un pie en la tumba, llamó a su hijo y le hizo prometer junto a su lecho de muerte que completaría la sangrienta labor que él había iniciado. Si no añadía una última calavera a la colección, gruñoenfebrecido, él mismo regresaría del Infierno para recordarle su deber. Intentando reprimir las lágrimas, Tom aceptó la tarea que le encargaba su pobre padre moribundo. A los pocos días de enterrar al viejo Bill, Tom Quick limpió el rifle de su padre, metió víveres en una bolsa y se adentró en el bosque, aunque él mismo sabía que no tenía madera de cazador, y mucho menos de cazador de cabezas, y que en realidad, ¡qué demonios!, los indios ni siquiera le caían mal. A pesar de todo, lo intentó. Recorrió senderos y caminos, buscó rastros en el bosque todos los días, durante semanas, meses, años, hasta que le quedó absolutamente claro que no lo iba a conseguir. Y entonces dejó de intentarlo, aunque de vez en cuando le asaltaba la desagradable idea de estar fallándole a su padre. Pero en aquellas ocasiones solo hacía falta echar un trago (o varios) para que la idea desapareciese. Con los años, cada vez se sorprendía a sí mismo pensando en ello con más frecuencia. Y cuanto más pensaba en ello, más bebía. Una mañana, Tom apareció en el pueblo muy nervioso diciendo que la noche anterior, al regresar desde la cantina a su casa, mientras se aproximaba a ella, había oído cómo una barahúnda infernal salía de su interior. Al entrar, se encontró a las noventa y nueve calaveras hablando entre ellas, más en concreto, según dijo, comentando lo inútil que era. Cuando se dieron cuenta de que las estaba mirando, empezaron a rechinar los dientes, y un brillo fosforescente comenzó a salir de las cuencas vacías de sus ojos. Tom no recordaba nada más, tan solo que antes de desmayarse se le había caído al suelo la botella de Whisky que llevaba en la mano. Así fue cómo la gente se enteró de que Tom Quick había jurado a su padre matar a un piel roja. Un día llegaron al pueblo noticias de que un grupo de indios había sido visto en la región. Sus compañeros de juerga se reían de él, y le decían: “¿Eh, Tommy, porqué no vas a ver si por fin le consigues una cabeza de indio a tu padre?”. Y, azuzado por sus risas, Tom caminó el sendero de la guerra otra vez, o, para ser más exactos, se tambaleó por él. Aquella noche alguien oyó un disparo en las cercanías del río Scioto. A la mañana siguiente, un vecino se acercó a la cabaña de los Quick y, al encontrar la puerta abierta, entró en su interior. Vio que sobre las estanterías reposaban las noventa y nueve calaveras, pero ahora había una más, situada en el espacio por tan largo tiempo vacío, una cabeza recién cortada con un balazo en la frente y una incisión en la cabellera. Desde la estantería le miraban los ojos inertes de Tom Quick".

Charles M. Skinner

martes, 28 de abril de 2009

"La venganza de Sombra"


Toda historia tiene un comienzo y esta empieza así:


"La tormenta azotaba Aguasprofundas, ningún barco era capaz de salir a navegar con esa tempestad. Serión Sanner hacia días que no salia a faenar y el oro empezaba a escasear en casa. Tenia dos hijos a los que mantener el mayor de 15 años Kaitan y la menor de 13 años Peldery, su mujer hacía varios años que los había dejado por una terrible enfermedad que acabó consumiéndola.
Serión sabia que en los barrios bajos vivía un prestamista, quien había ayudado en alguna ocasión a algunos compañeros suyos a salir de algún apuro. Dejó a los niños durmiendo, cogió la capa y salió sigilosamente de la casa, como alma que lleva el diablo.
Se acercó donde vivía el prestamista, y entró en el portal donde dos hombres hacían guardia.

- Soy Serión Sanner, y vengo hablar con el señor Russlem.-Uno de los guardias se acerco, lo registró, y dio el visto bueno.
Serión entró. Un hombre recio se encontraba sentado en una mesa en el centro de la estancia. Estaba esperándolo.
- Señor... soy ...- Russlem le corto súbitamente.

- Sé quién eres Serión y sé por lo que estas aquí, ¿cuánto necesitas?.- dijo con voz ronca.
Serión quedo sorprendido, no esperaba esa respuesta.
- Llevo días sin poder salir a la mar, y no sé cuándo volveré a tener trabajo, creo que... .-
Russlem abrió un cajón, y le lanzó una bolsa llena de monedas.- Con esto debería ser suficiente para tres meses, a partir de ese plazo querré mi dinero más intereses por la demora, ahora ya puedes irte.
Serión se apresuró en salir de la casa, y volver junto a sus hijos.
Pasaron decanas y todo marchaba bien, hasta que un día en los muelles una mala noticia llegó. Serión, que ese día estaba de libre, estaba en la taberna local con varios parroquianos, cuando a sus oídos llegó la que sería la peor noticia después de la muerte de su mujer. La flota de barcos de su jefe había sido abordada por piratas en la ruta marítima hacia Calimport, ninguna nave consiguió librarse, su jefe se había ido a la quiebra. Serión se apuró la jarra de cerveza, y se marchó a toda prisa. Al llegar a casa una nota clavada en la puerta decía lo siguiente:
" Sabemos lo ocurrido con la flota de tu jefe y lo sentimos, pero tienes un plazo de una decana, para devolvernos lo nuestro 25.000 piezas de oro." firmado: Casa Russlem.
Serión se estremeció, ¿de dónde sacaría tal cantidad? y en ese plazo...

Pasó el tiempo y Serión había conseguido juntar algo. Había quedado con Russlem en su casa, para hacer entrega de lo que debía , e intentar alargar el plazo. Alguien llamó a la puerta....

Kaitan regresaba como de costumbre de entrenar un poco sus "habilidades con los dedos". Estaba contento, hoy se había sacado unas cuantas monedas y podría comprarle algo a su hermana. Cuando entró en su casa, el escenario era dantesco, su hermana yacía muerta. La habían violado y mutilado hasta aburrirse, su padre yacía en la escaleras, tenía la cara destrozada a golpes, al darle la vuelta vio escrito en sangre tres letras de lo que parecía un nombre: Rus....

Kaitan se secó las lágrimas, y cogió una vieja espada que había pertenecido a su abuelo, la capa de su padre, y se marcho de allí, con temor de que regresaran también a por él .

Pasaron tres años, y Kaitan se había ganado su reputación en las calles. Era diestro con las armas y le apodaban "Sombra" por el silencio con el que era capaz de matar a sus víctimas. Ya no se veía nada en la cara de aquel niño joven y alegre. El día que murieron su padre y su hermana, Kaitan Sanner murió con ellos....

Estuvo investigando quien podría haber sido el causante de la muerte, y poco a poco fue atando cabos, hasta que averiguó que unos de los consejeros que había llegado recientemente al poder se llamaba Russlem.
Estuvo planeando bien todos sus movimientos. Llegada la noche cogió sus pocas pertenencias y se dirigió a la nueva casa de Russlem, en un distrito más acomodado. Trepó hasta su ventana y entró en silencio. Se acercó donde dormía, y lo agarró. Le puso una mano en la boca y mientras, en la otra mano, el brillo de la luna se reflejaba en el acero de la daga. Le susurró unas palabras al oído:
- ¿Te suena el nombre de Serión Sanner?. Deberías haber comprobado que todos habían muerto en esa casa.- Un escalofrío recorrió la espalda de Russlem. Y dicho eso la daga se hundió en la carne y la sangre manchó el acero....
No tardó en salir de la casa, sabía que mañana todos sabrían quién habría sido. Se dirigió a las puertas de la ciudad sin rumbo fijo, sólo sabiendo que su pasado había muerto esa misma noche..."

KingWolf

(Esta historia la escribí hace ya un par de años, es el trasfondo que me sirvió para llevar un personaje de gran carisma y enigmático, de un juego de rol on line, aun hoy a veces sigo jugando con él....)

lunes, 27 de abril de 2009

"Leyenda China"

(Una voz susurra al cielo....) "Cuenta una leyenda china la historia de dos amantes que jamás logran unirse. Se llaman Noche y Día. En las horas mágicas del atardecer y el amanecer los amantes se rozan y están a punto de encontrarse, pero nunca sucede. Dicen que si prestas atención puedes escuchar sus lamentos y ver teñirse el cielo del rojo de su rabia. La leyenda afirma que los dioses tuvieron a bien concederles algún instante de felicidad y por eso crearon los eclipses, durante los cuales los amantes logran reunirse y hacer el amor. Tú y yo también esperamos nuestro eclipse. Ahora que hemos comprendido que ya nunca volveremos a encontrarnos, que ya estamos condenados a vivir separados, que somos la noche y el día".

Anónimo

"La leyenda del Lobo y la Luna"

"En un tiempo sin tiempo, cerca de uno de los principios, la luna era siempre redonda y lejana, atada detrás del cielo y colgada de la nada entre vacíos. Miraba el mundo a sus pies coronada de plata y olvido. Y estaba bien mirando en la distancia. Pero una noche, distraída, se acercó demasiado a la Tierra y se le enredaron los dedos en las ramas de un árbol. Cayó de pie sobre la hierba y de repente le salió al paso una sombra oscura: pelo crespo, ojos negros y una sonrisa lobuna. Cabriolas de luz de luna enmarañada de lobo jugando entre arbustos y colinas. Aullidos y risas y rumor de estrellas entre las hojas. Pero todo lo que empieza acaba y el lobo volvió al bosque y la luna al cielo. Cuenta la leyenda que antes de separarse, la luna le robó al lobo su sombra para vestirse de noche el rostro y recordar el aroma de bosque. Y que desde entonces el lobo le aúlla a la luna llena que le devuelva su sombra..."

Anónimo