"Había innumerables hordas de Nisses en los viejos tiempos, y casi cada pueblo y villa por pequeño que fuese tenía sus propios Nisses. Su número ha decrecido bruscamente estos ultimos tiempos. No alcanzan mayor altura que la de los niños pequeños, visten siempre ropas grises y usan un sombrero rojo y puntiagudo; pero sólo tienen 4 dedos, ya que en su día perdieron los pulgares. Asientan sus reales en cuadras y establos donde cuidan con mimo a los caballos y al ganado, hacia quienes muestran un favor tan grande como el que le guardan a los humanos.
Estos seres son muy dados a las jugarretas, a veces dejan a las vacas perdidas en los prados, o aterrorizan a las criadas apagándoles las lámparas repentinamente; otras atan con tal fuerza los fardos de heno que la pobre doncella a duras penas puede abrirlo y en el momento en que está tirando con todas sus fuerzas, lo sueltan y la desdichada cae al suelo de espaldas. En cierta ocasión una chica recogía heno y se encontró con una bola bastante grande de algo similar al algodón, la puso en su regazo sobre el delantal para verla mejor y cuál no fue su sorpresa, rayaba en el pánico, cuando se desenrolló y saltó hacia ella un Nisse riéndose y gritando. Este tipo de faenas les encantan a los Nisses y después de sus jugarretas se destornillan de risa. Frecuentemente se escucha por las noches ladrar al perro y no se sabe la razón; es que el Nisse esta haciendo de loas suyas, les divierte tirar de la cola de perros y gatos y burlarse de ellos con todo tipo de artimañas. Si se sienten agusto en la granja con sus amos, aseguran la prosperidad de la hacienda, los Nisses por lo general tienen buen corazón y si se les trata bien son buenos trabajadores. Ayudan a las criadas a llevar las vacas al establo, a fregar, traer agua, etc. Incluso roban heno de la granja vecina para traerlo a la de sus amos. Lo cual provoca violentas reyertas entre el Nisse de una y otra granja; pero eso si, nunca debe ser molestado y se ha de recordar que es preciso darle comida y bebida todos los jueves por la noche y especialmente en Nochebuena. No acepta la mofa o la falta de respeto y aunque es pequeño si se enfada resulta temible, en una ocasión una chica se comió su comida para burlarse de él y le dejo el platillo vacío. El Nisse la agarró y se puso a bailar con ella con tal vigor y velocidad que a la mañana siguiente fue encontrada muerta en el suelo. A pesar de sus peculiaridades, los Nisses son queridos en la mayoría de los sitios".
Leyenda de la Mitología Nórdica