“Enestel vivía en una isla muy alejada de esta ciudad, a la que solo le estaba permitido el acceso a los de su raza. De pequeño solía pasar las horas metido en una enorme biblioteca, leyendo fantásticas historias sobre héroes, reales e inventados, de su raza.
El tiempo pasaba, lento en su fluir, sin nada emocionante a la vista, todo era siempre igual, hasta que, pasados los años, sus padres le comunicaron que debían partir a tierras humanas. La alegría embargo su corazón ante la expectativa de por fin, poder viajar, salir y conocer aquel mundo sin par con el que tantas noches había soñado.
No era nada del otro mundo, pero para alguien tan joven, aquel viaje por mar era lo más maravillo que jamás pudiese haber sido imaginado, a pesar de los frecuentes mareos que sufría.
Todo iba bien….demasiado bien. Una noche, dos barcos se acercaron al suyo, y antes de que el pequeño se hubiese dado cuenta, el fuego lo devoraba todo ante sus ojos, mientras las flechas salían y entraban desde todas direcciones, mientras aquellos piratas acababan de robar y hundir el barco en el que viajaban él y su familia.
Días después, encontraron su cuerpo, sobre un trozo de madera del barco, al borde de respirar por última vez, con la ropa destrozada y la piel aún más pálida, en el muelle de esta ciudad.
Enestel sobrevivió a duras penas al naufragio, pero, semejante suceso, le había impactado profundamente, sus conocidos habían muerto, engullidos por ese frío infierno azul que solo traía mareos, traicionados por un máquina de tortura hecha en madera y brea llamada barco, olvidados por siempre, ahora sus nombres jamás llegarían a estar escritos en ningún libro, nadie sabría nunca más de ellos.
Pero el pequeño elfo no podía aceptar aquello, ese no sería su destino, el se convertiría en alguien famoso, y su nombre sería tan conocido como las palabras que usas normalmente para hablar, pero jamás lo conseguiría con el que tenía actualmente, Enestel Vanwä había acabado destrozado por los inmisericordes brazos de Umberlee junto al resto de su familia, así que decidió partir con una pequeña ventaja, y eligió un nombre con más fuerza, el nombre de un héroe de tantos aquellos que había leído, poco conocido…de momento, Lenwë Relisurr. “
-Espera, espera…. ¿Me estás diciendo que todo eso te pasó a ti de pequeño? Pobre…-dijo el humano apurando las últimas gotas de su cerveza.
-Así es…..y jamás se lo he contado a nadie, eres el primero que oye salir estas palabras de mis labios – la sonrisa imperecedera jamás abandonaba la cara del elfo.
-Entonces ¿Por qué me lo cuentas? Solo hace unas horas que nos conocemos – preguntó extrañado el hombre-.
-¿Oh, que más da eso? Sé que no se lo contarás a nadie, es una pena que no haya tenido tiempo de contarte el resto de la historia, cuando después de conocerme miles de canciones y ser un gran contador de historias, me hice asesino a sueldo por dinero y envenené tu cerveza…por trabajo claro – Esa sonrisa que jamás abandonaba su cara, ni cuando veía caer con los ojos muy abiertos a su víctima al suelo, presa del potente veneno.
Días después, en aquella posada que tanto frecuentaba, en las que solía conseguir la mayoría de sus trabajos (tanto los públicos actuando como bardo como aquellos bastante más secretos) recibió con gran entusiasmo la noticia, debía partir a Zazes, la iglesia de Cyric le requería, aquello le entusiasmo….¡iba a volver a ver mundo!, al menos lo hizo hasta que supo el medio de transporte, sin duda el nexo más rápido desde Neverwinter (o la ciudad del ojo, como al bardo le gustaba llamarla) y la ciudad Tethyriana, era el mar.
Quizás sería más correcto decir que su sonrisa casi nunca se borraba, pues la expresión de miedo junto a la palidez de su rostros debido al mismo, distaban bastante de una…"
Ksd (Khempt)
(Como no iba a faltar uno de los mejores compañeros y amigo de Sombra, Ksd se agradece ese granito de arena en mi blog con tu historia ^^ )