"Dicen que el mal siempre sigue de cerca los pasos del bien con la intención de destruirlo, por lo que los antiguos habitantes de las regiones del Norte imaginaron que tanto Sól (el Sol) como Mani (la Luna) eran perseguidos incesantemente por los fieros lobos llamados Sköll (repulsión) y Hati (odio). Hijos / hermanos de Fenrir que era el lobo gigante, la bestia del Ragnarök (el día del Fin del Mundo, El Ocaso de los Dioses) y hermanos de Mánagarm, el perro de la Luna que devora la carne de los muertos.
Pero la envidia los sacudía y su único objetivo era alcanzar y devorar a los brillantes y hermosos objetos que perseguían, Sköll perseguía a Sól y Hati a Mani, para que el mundo volviera a estar envuelto en su oscuridad inicial. Pero pendía de ellos una maldición hecha por Odín: sólo cuando llegara el Ragnarök serían capaces de alcanzarlos y destrozar los carros celestiales.
Se decía que a veces, los lobos alcanzaban e intentaban devorar sus presas, produciendo consiguientemente un eclipse de las brillantes orbes. Entonces, la gente aterrorizada provocaba un estruendo tan ensordecedor, que los lobos, asustados por el ruido, los soltaban de sus mandíbulas. Una vez libres de nuevo, Sól y Mani reanudaban su camino, perseguidos velozmente por los hambrientos mostruos a través de su estela, esperando con ansia el momento en el que sus esfuerzos se vieran recompensados con el fin del mundo. Las naciones del Norte creían que sus Dioses habían emergido de una alianza entre el elemento divino (Börr) y el mortal (Bestla, la giganta), por lo que eran finitos y estaban condenados a perecer junto al mundo que habían creado.
Mani también estaba acompañado de Hiuki, la Luna creciente, y Bil, la Luna menguante, dos niños que él había arrebatado de la Tierra, donde un cruel padre los había obligado a acarrear agua durante toda la noche. Nuestros antepasados creían ver a estos niños, con sus cubos perfilándose levemente sobre la Luna.
Los dioses no sólo nombraron al Sol, la Luna, el Día y la Noche para señalar el transcurso del día, pues también asignaron al Atardecer, la Medianoche, la Mañana, el Amanecer, el Mediodía y la Tarde para que compartieran sus tareas, nombrando al Verano y al Invierno como los gobernadores de las estaciones, como dirigentes del paso de los años, hasta el ocaso de los dioses.
Verano, desciende directamente de Svasud (el suave y el encantador). Heredó el carácter gentil de su señor y era amado por todos excepto por Invierno, su mortal enemigo e hijo de Vindsual, el cual era a su vez hijo del desagradable dios Vasud, personificación de los vientos helados.
Los vientos fríos soplaban continuamente desde el Norte, enfriando toda la Tierra y los nórdicos creían que eran puestos en movimiento por el gran gigante Hresvelgr (el devorador de cadáveres), el cual, ataviado con plumas de águila, se sentaba al borde del extremo norte de los cielos y cuando levantaba sus brazos o alas, frías ráfagas se creaban y soplaban despiadadamente sobre la faz de la Tierra, destruyéndolo todo con su aliento helado".
Leyenda de la Mitología Nórdica