"EL Hotel Orange se encuentra en High Street, cerca de la estación de ferrocarril, en Bloemfontein, Sudáfrica. El domingo 24 de enero de 1932, cuatro hombres se sentaron temblando de terror en una habitación de la tercera planta. Uno era George C. Tittleridge, propietario del hotel; otro era el agente de policía Ian De Witt; un tercero era Johanes Bogaert, el juez local; el cuarto y aparentemente el menos alterado del grupo, era el doctor Cornelius Van Keulen, el médico forense. En el suelo, desazonadoramente evidente gracias al sofocante calor del verano, estaba el cuerpo de un muerto… pero no era eso lo que los cuatro hombres temían. Sus miradas iban de la mesa, donde descansaba un curioso surtido de objetos, al techo, cuya superficie blanqueada estaba cruzada por series de grandes y vacilantes caracteres que de alguna forma habían sido garabateados con tinta y, a cada momento, el Doctor Van Keulen ojeaba furtivamente un usado cuaderno de notas de cuero que sostenía en su diestra. El horror de los cuatro parecía dividirse por igual entre el cuaderno, las torpes palabras del techo y una mosca de peculiar aspecto que flotaba muerta en una botella de amoníaco sobre la mesa. Asimismo, sobre ésta había un tintero abierto, un lápiz y un taco de papel, un maletín de médico, una botella de ácido clorhídrico y un vaso lleno en una cuarta parte con negro óxido de manganeso.
El gastado libro de tapas de cuero era el diario del muerto tendido en el suelo, y, rápidamente, quedó claro que el nombre “Frederick N. Mason, Prospecciones Mineras, Toronto, Canadá”, con el que había firmado el registro del hotel, era falso. Había otros hechos terribles hechos igualmente se hicieron evidentes; y aún otros mucho más terroríficos que se insinuaron odiosamente, sin llegar a clarificarse o ser incluido completamente creíbles. Fue la creencia a medias de los cuatro hombres, fomentada por vidas gastadas en la proximidad de los negros y ocultos misterios del África profunda, lo que les hizo temblar tan violentamente a pesar del bochornoso calor de enero. El cuaderno no era tan grande, y las anotaciones eran de buena caligrafía, que, no obstante, se volvía descuidada y nerviosa hacia el final. Estaba formado por una serie de apuntes irregularmente espaciados al principio, pero hacia el final se convertían en un diario. Llamar a esto diario no sería exactamente correcto, ya que registraba sólo una clase de las actividades de su autor. El doctor Van Keulen reconoció el nombre del difunto en un instante de abrir la cubierta, ya que pertenecía a un eminente miembro de su propia profesión que había estado ampliamente conectado con los asuntos africanos. En otro instante, quedó horrorizado al encontrar este nombre ligado a un vil crimen oficialmente sin resolver que había llenado los periódicos unos cuatro meses atrás. Y cuanto mas leía, más profundo se volvía su horror y espanto, así como sus sentimientos de aversión y pánico.
He aquí, en esencia, el texto que el doctor leyó en voz alta en aquella siniestra y progresivamente hedionda estancia, mientras los 3 hombres de su alrededor resollaban inquietos en sus sillas y lanzaban espantadas miradas al techo, la mesa y la cosa del suelo, y hacia algo más.
DIARIO DE THOMAS SLAUENWITE, M.D.
Sobre el castigo a Henry Sargent Moore, doctor en Filosofía de Brooklyn, Nueva York, profesor de Biología Invertebrada en la Universidad de Columbia, Nueva York, N.Y. Redactado para ser leído tras mi muerte, para la satisfacción de hacer público el cumplimiento de mi venganza, que de ninguna otra manera podría serme imputada, aun en el caso de tener éxito.
Enero 5 de 1929: Ahora estoy totalmente decidido a matar al doctor Henry Moore, y un reciente incidente me ha mostrado cómo hacerlo. Desde ahora, seguiré una constante línea de acción; de ahí que comience este diario. Apenas es necesario repetir las circunstancias que me han hecho tomar este camino, ya que la parte informada del público está familiarizada con los hechos más relevantes. Nací en Trenton, Nueva Jersey, el 12 abril de 1885, hijo del doctor Paul Slauenwite, originario de Pretoria, Transvaal, Sudáfrica. Estudié medicina según la tradición familiar y, siguiendo las recomendaciones de mi padre (muerto en 1916 mientras servía en el regimiento sudafricano destinado en Francia), me especialicé en fiebres africanas, y tras mi graduación en Columbia, dediqué mucho tiempo a investigaciones que me llevaron a Durban, Natal y al propio ecuador. En Mombasa, trabajé sobre una nueva teoría acerca de la transmisión y desarrollo de la fiebre intermitente, ayudado tan sólo ligeramente por la documentación del último médico gubernamental, sir Norman Sloane, que encontré en la casa en la que me albergaba. Al publicar mis resultados, pasé de golpe a ser una famosa autoridad. Se me habló de la posibilidad de lograr una posición casi suprema en el Ministerio De Salud en Sudáfrica, y quizás el título de caballero, en el caso de adquirir la nacionalidad, y decidí dar los pasos oportunos.
Entonces ocurrió el suceso por el que voy a matar a Henry Moore. Este hombre, compañero de clase y amigo durante años en América y África, buscó deliberadamente socavar mis derechos a mi propia teoría, alegando que sir Norman Sloane se había anticipado a mí en los principales detalles, e insinuado que probablemente había encontrado más documentación que la presentada en mi informe. Para respaldar esta absurda acusación suministró algunas cartas personales de sir Norman que, en efecto, mostraban que el anciano estaba sobre la pista y hubiera publicado en breve sus resultados de no mediar su brusca muerte. Esto último sólo pudo admitirlo con pesar. Pero lo que no puedo excusar es la envidiosa sospecha que había hurtado la teoría de la documentación de sir Norman. El Gobierno británico, bastante sensible, ignoró tales calumnias, pero denegó el a medias prometido nombramiento y distinciones basándose en que mi teoría, aunque original, no era algo nuevo. Pronto pude ver que mi carrera en África estaba sensiblemente dañada, aunque había puesto todas mis ilusiones en ella, aún hasta el punto de renunciar a la ciudadanía americana. Se notaba, en el gobierno de Mombasa, una perceptible frialdad hacia mí, especialmente entre quienes habían conocido a sir Norman.
Fue entonces cuando decidí vérmelas con Moore tarde o temprano, aunque no sabía cómo. Había envidiado mi pronta celebridad y había utilizado su antigua correspondencia con sir Norman para arruinarme. Eso, el amigo a quien había guiado para interesarse en África, a quién había preparado e inspirado hasta que adquirió su actual modesta fama. Como una autoridad en entomología africana. Aún ahora, empero, no niego que estos logros son importantes. Lo reconozco y, en pago, él me ha arruinado. Ahora algún día le destruiré. Cuando me vi caído en Mombasa, me dediqué a mi presente ocupación en el interior, en M’gonga, a unos 24 kilómetros de la frontera de Uganda. Es un puesto de comercio del algodón y del marfil, con sólo 8 blancos a parte de mí.
Un agujero infecto, casi en el ecuador, y repleto de toda clase de fiebres conocidas por la humanidad. Serpientes venenosas e insectos de todas clases, y negros con dolencias que nadie conoce fuera de la Facultad de Medicina. Pero mi trabajo no es duro, y tengo mucho tiempo para planear qué hacer con Henry Moore. Me divierte dar a su Dípteros de África Central y del Sur un lugar destacado en mi biblioteca. Supongo que en la actualidad es un manual estándar utilizando en Columbia, Harvard y la U. de Wis, pero mis propias sugerencias son realmente responsables de la mitad de sus puntos fuertes. La pasada semana encontré lo que me dijo de cómo matar a Moore. Un grupo de Uganda trajo con una extraña enfermedad que aún no he podido diagnosticar. Estaba en estado letárgico, con una temperatura realmente baja, y le rehuían de una forma peculiar. La mayoría de sus compañeros tenían miedo de él y decían que estaba bajo algún hechizo de un doctor brujo, pero Gobo, el intérprete, dijo que había sido picado por un insecto. Lo que fuera, no puedo imaginarlo, ya que es sólo una leve punción en el brazo. Es de un rojo brillante, sin embargo, con un anillo púrpura a su alrededor. Es una visión espectral… no me extraña que los porteadores caigan en la superstición de la magia negra.
Parecen haber visto otros casos iguales, y dicen que no hay nada que hacer. El viejo N’Kuru, uno de los gallas del puesto, dice que debe ser la picadura de la mosca-diablo, que hace decaer progresivamente a sus víctimas hasta la muerte y, entonces, toma su alma y personalidad como si aún viviera… y se va volando con todos sus gustos, disgustos y conciencia. Una extraña leyenda: no conozco ningún insecto local lo bastante mortífero como para provocarla. Suministré a este enfermo -su nombre es Melena- una buena dosis de quinina y tomé una muestra de su sangre para estudiarla, pero no he hecho grandes progresos. En verdad, hay un extraño germen presente, pero no puedo identificarlo siquiera remotamente. Lo más cercano es el bacilo que se encuentra en los bueyes, caballos, y perros picados por la mosca tse-tse, pero tales moscas no infectan a los seres humanos, y esto, de cualquiera forma, está demasiado al norte. De todos modos, lo importante es que he decidido cómo matar a Moore. Si esta región interior tiene insectos tan venenosos como dicen los nativos, me encargaré de que tenga un suministro de ellos, de una buena fuente que no espera, asegurándome ante todo que esté indefenso. Haré que abandone toda precaución cuando se dedique a estudiar esta especie desconocida… ¡y entonces veremos cómo sigue su curso la naturaleza! No debe ser difícil encontrar un insecto que tanto atemoriza a los negros. Primero veré qué pasa con el pobre Mevana, luego encontraré mi mensajero de muerte.
Enero 7: Mevana no mejora, a pesar que le he inyectado todas las antitoxinas que conozco. Sufre espasmos de temblor en los que divaga espantado sobre que su alma pasará, cuando muera, al insecto que le picó, pero en los intervalos descansa en una especie de estupor. El corazón aún late con fuerza, por lo que espero salvarlo. Tengo que internarlo, ya que probablemente él me guiará mejor que nadie a la región donde fue picado. Entretanto, escribiré al doctor Lincon, mi predecesor, ya que Allen, el jefe del puesto, dice que tiene un profundo conocimiento de las enfermedades locales. Si alguien conoce la mosca de la muerte, ése debe ser él. Ahora está en Nairobi, y un correo negro me traerá una respuesta en una semana… si utiliza el ferrocarril para la mitad del viaje.
Enero 10: El paciente no cambia, ¡pero he encontrado lo que buscaba! Estaba en un antiguo volumen de registros sanitarios locales que estuve revisando mientras espero la respuesta de Lincoln. Hace 30 años hubo una epidemia que mató a millares de nativos en Uganda, y fue definitivamente atribuida a una rara mosca llamada Glossina palpalis, una especie de prima de la Glossina marsitans, o tse-tse. Vive en los arbustos, en las riberas de lagos y ríos, y se alimenta de la sangre de cocodrilos, antílopes y muchos mamíferos. Cuando esas víctimas tienen el germen de la tripanosomiasis, o enfermedad del sueño, se reponen de ésta y desarrollan una aguda infección tras un periodo de incubación de 31 días. Luego, al cabo de 65 días, sobreviene una muerte segura para las víctimas. Sin duda, ésta debe ser la “mosca diablo” de la que hablan los negros. Ahora sé lo que estoy buscando. Ansío que Mevana se recupere. Espero recibir noticias de Lincon en 4 o 5 días, tiene una gran reputación de triunfos en cosas como ésta. Mi principal problema era enviar las moscas a Moore sin que las reconozca. Con su maldita erudición puede ser capaz de conocerla, ya que están registradas.
Enero 15: Acabo de recibir noticias de Lincon, quien confirma todo el registro sobre la Glossina palpalis. Tiene un remedio para la enfermedad del sueño que ha dado resultado en gran número de casos, cuando no era demasiado tarde. Inyecciones intramusculares de triparsamida. Cuando Mevana fue picado, hace unos 2 meses, no sabía cómo trabajar… pero Lincoln dice que esos casos son conocidos por durar hasta 18 meses, por lo que posiblemente no sea tarde. Lincoln ha enviado de su provisión, por lo que acabo de dar a Mevana una gran dosis. Han traído a su esposa principal al poblado, pero él no la reconoce. Si se recobrara, seguramente podrá mostrarme dónde están las moscas. Es un gran cazador de cocodrilos, según los informes, y Uganda es como un libro abierto para él.
Enero 16: Mevana parece un poco más lucido hoy, pero su corazón se ha ralentizado un poco. Seguiré con las inyecciones, pero tratando de evitar las sobredosis.
Enero 17: Hoy ha habido una notable recuperación. Mevana abrió los ojos y mostró signos de consciencia, aunque aturdido, tras la inyección. Espero que Moore no conozca la triparsamida. Hay buena oportunidad de que así sea, ya que nunca aprendió mucho de medicina. La lengua de Mevana parecía paralizada, pero espero que esto pase si puedo espabilarlo. Me gustaría echar un buen sueño,¡aunque no de esa clase!
Enero 25: ¡Mevana está casi curado! En otra semana, le llevaré conmigo a la selva. Estaba asustado cuando vino pensando que la mosca tomaría después de muerto, pero se recobró finalmente cuando le dije que se pondría bien. Su esposa, Ugowe, le prodiga toda clase de cuidados y puedo descansar algo. Luego, ¡a por los mensajeros de la muerte!
Febrero 3: Mevana está bien ahora, y le he hablado de cazar moscas. Tiene miedo de volver al lugar donde están, pero yo juego la baza de su gratitud. Además, tiene cierta idea que puedo protegerlo de la epidemia de la misma forma que le curé. Su coraje avergonzaría a un blanco, y no hay duda que irá. No me queda sino hablar con el jefe del puesto sobre la expedición, en interés de la salud local.
Marzo 12: ¡por fin estoy en Uganda! Tengo cinco porteadores además de Mevana, pero todos son gallas. No es posible lograr que los negros locales entren en la región luego que se supiera lo sucedido a Mevana. Esta jungla es un lugar pestilente, nublado de vapores miasmáticos. Todos los lagos parecen estancados. En cierto sitio, alcanzamos a los restos de ruinas ciclópeas que hicieron que incluso los gallas lo contornearan en un amplio círculo. Dicen que esos megalitos son más viejos que el hombre, y que son utilizados para cazadero o avanzadilla de “Los Pescadores del Exterior” cualesquiera que sean y de los dioses demonio Tsadogwa y Clulu. Hoy decían que ahí hay malas influencias, y que está conectado de alguna forma con las moscas-diablo.
Marzo 15: Alcanzamos el lago Mlolo esta mañana, el lugar donde Mevana fue picado. Un lugar infernal de espuma verde, repleto de cocodrilos. Mevana ha colocado una red de fino alambre cebada con carne de cocodrilo. Tiene una angosta entrada, y una vez que la presa entra, no puede salir. Son tan estúpidas como mortíferas y están ávidas de carne fresca o un bol de sangre. Espero poder conseguir un buen suministro. He decidido experimentar con ellas, encontrar una forma de cambiar su aspecto para que Moore no pueda reconocerlas. Quizás pueda cruzarlas con otras especies, creando un extraño híbrido cuya capacidad de infección no esté menguada. Veremos. Debo esperar, pero no tengo prisa. Cuando esté listo, haré que Mevana me consiga carne infectada para mis enviados de muerte… y luego al correo. No habrá problema en encontrar una fuente infecciosa, ya que este país es un pozo de pestilencias.
Marzo 16: Buena suerte. 2 cajas llenas. 5 especímenes vigorosos con alas que relumbran como diamantes. Mevana está vaciándolas en un gran bote con un tapón de malla tirante, y pienso que las hemos cogido justo a tiempo. Volveremos a M’gonga sin problema. Llevaremos mucha carne de cocodrilo para alimentarlos. Sin duda, todas o la mayoría están infectadas.
Abril 20: De vuelta en M’gonga y ocupado en el laboratorio. He pedido al doctor Joost de Pretoria algunas moscas tse-tse para experimentos de hibridación. Más que un cruce, si este trabajo concluye, debo lograr algo sumamente difícil de reconocer y a la vez tan mortífero como la palpalis. Si no resulta, trataré de obtener otro díptero del interior, y he pedido al doctor Vandervelde de Nyangwe algunos tipos del Congo. No tengo que enviar a Mevana por más carne contaminada después de todo, ya que he encontrado que puedo guardar cultivos del germen Tripanosoma gambiense, obtenido de la carne traída el mes pasado, casi independientemente en tubos. En su momento, contaminaré carne fresca y alimentaré a mis alados enviados con una buena dosis… luego, bon voyage.
Junio 18: Hoy han llegado mis moscas tse-tse de Joost. Tengo cajas para la reproducción listas desde hace mucho tiempo y ahora estoy haciendo selecciones. Trataré de utilizar rayos ultravioleta para acelerar el ciclo vital. Afortunadamente, tengo los aparatos necesarios en mi equipo regular. Naturalmente, no hablo de lo que estoy haciendo. La ignorancia de los pocos de aquí me facilita el ocultar mis intenciones y pretender estar simplemente estudiando especies actuales por razones médicas.
Junio 29: ¡El cruce es fértil! Obtuve buenas puestas el pasado miércoles, y ahora tengo algunas larvas excelentes. Si los insectos adultos se muestran extraños como deben, no necesitaré más. Estoy preparando cajas separadas y numeradas para los diferentes especímenes.
Julio 7: ¡Están saliendo nuevos híbridos! Su forma es un excelente disfraz, pero el lustre de las alas aún sugiere a la palpalis. El tórax tiene débiles sugerencias de las listas de la tse-tse. Hay ligeras variaciones según los individuos. Les alimento a todos con la carne contaminada de cocodrilo y, el desarrollo de la infección, los probaré en algún negro…aparentemente por accidente, por supuesto. Hay muchas moscas ligeramente venenosas por los alrededores, por lo que será fácil hacerlo sin despertar sospechas. Tendré que perder un insecto en mi protegido comedor cuando Batta, mi criado, traiga el desayuno, procurando resguardarme. Cuando el trabajo este hecho la volveré a capturar o la aplastaré algo fácil, gracias a su estupidez, o la asfixiaré rociando la habitación con cloro. Si no se logra la primera vez, lo intentaré hasta que funcione. Por supuesto, tendré la triparsamina a mano para el caso que me pique a mi… pero tendré cuidado de resguardarme, porque ningún antídoto es realmente seguro.
Agosto 10: La infección madura, y me las he arreglado para que Batta fuera picado de buena forma. Capturé la mosca cuando estaba sobre él, devolviéndola a su caja. Alivié la picadura con yodo, y pobre diablo está bastante agradecido por el cuidado. Probaré otra variante en Gamba, el mensajero del factor, mañana. Serán todas las pruebas que ose hacer aquí, pero si necesito más conseguiré especímenes de Ukala y lograré datos adicionales.
Agosto 11: Fallé en lo tocante a Gamba, pero recapturé la mosca viva. Batta todavía parece tan saludable como siempre y no tiene molestias en la espalda, donde fue picado. Debo esperar antes de probar de nuevo con Gamba.
Agosto 14: Al fin llegaron los especimenes de Vandervelde. Siete especímenes completamente distintas, todas más o menos venenosas. Las tendré bien alimentadas para el caso que los cruces de tse-tse no resulten. A algunos de los especímenes les desagrada la Palpalis, pero el problema es que no puedan tener cruces fértiles con ellas.
Agosto 17: Gamba resultó picado esta tarde, pero mató a la mosca mientras lo hacía. Le picó en el hombro izquierdo. Limpié la picadura, y Gamba estuvo tan agradecido como Batta. No hay cambios en Batta.
Agosto 20: Gamba sigue sin cambios… Batta también. Estoy experimentando con una nueva forma de camuflaje que complemente la hibridación: alguna especie de tinte que cambie el delator brillo de las alas de la palpalis. Un tinte azul puede servir… algo que pueda pulverizar sobre todo el lote de insectos. Iniciaré las investigaciones con azul Prusia y Tumbull… con sales de hierro y de cianuro.
Agosto 25: Batta se queja hoy de dolores en su espalda… puede que las cosas se estén desarrollando.
Septiembre 23: He hecho buenos progresos en mis experimentos. Batta muestra signos de letargo, y dice que su espalda le duele todo el tiempo. Gamba comienza a tener molestias en su hombro picado.
Septiembre 24: Batta empeora progresivamente, y comienza a temer por su picadura. Dice que debe ser obra de una mosca-diablo, y estuvo pidiendo que la matara ya que me ha visto guardarla en una caja hasta que le engañé diciendo que había muerto hacía tiempo. Dijo que no quería que su alma pasara a ella tras la muerte. Le he inyectado agua destilada con la hipodérmica, para mantener su moral alta. Evidentemente, la mosca conserva todas las propiedades de la palpalis. Gamba también ha enfermado y reproduce todos los síntomas de Batta. He decidido tratarle con triparsamina, ya que el efecto de la mosca está suficientemente probado. No lo haré con Batta, no obstante, ya que quiero tener una idea de cuánto tarda en finalizar un caso. Los experimentos de teñido están cerca de su fin. Una forma isométrica de ferrocianida ferrosa, con la adición de sales potásicas, pueden ser disuelta en alcohol y pulverizada sobre los insectos con resultados excelentes. Mancha las alas de azul sin afectar demasiado al tórax oscuro, y no se va cuando rocío a los especímenes con agua. Con este disfraz, creo poder usar los actuales híbridos de tse-tse y ahorrarme el fastidio de ulteriores experimentos. Astuto como es, Moore no reconocerá a las moscas de alas azules y con un tórax similar al de las tse-tse. Por supuesto, guardaré este asunto del tinte en absoluto secreto. Nadie debe conectarme más tarde con las moscas azules.
Octubre 9: Batta está letárgico y debe guardar cama. He administrado triparsamina a Gamba durante dos semanas, y espero que se recobre.
Octubre 25: Batta empeora, pero Gamba está casi recuperado.
Noviembre 18: Batta murió ayer y sucedió algo curioso que me provocó un escalofrío, dadas, las leyendas nativas y los propios temores de Batta. Cuando volví al laboratorio tras la muerte, escuché el más peculiar zumbido y golpeteo en la caja 12, que contenía a la mosca que picó a Batta. La criatura parecía frenética, pero guardó silencio cuando aparecí… agarrándose a la red de alambre y mirándome de la forma más extraña. Tendía sus patas a través de los alambres como si estuviera aturdida. Cuando volví de la comida con Allen, la cosa había muerto. Evidentemente, se había vuelto loca y se destrozó contra las paredes de la caja. Ciertamente, es peculiar que eso sucediera justo tras la muerte de Batta. Si algún negro lo hubiera visto, podría haber creído en la absorción del alma del pobre diablo. Enviaré mis híbridos teñidos de azul a su misión dentro de poco. La rapidez al matar de los híbridos parece ser un poco mayor que la de la palpalis pura. Batta murió tres meses y ocho días después de la infección, pero, por supuesto, existe un amplio margen de incertidumbre. Casi desearía haber dejado proseguir el caso de Gamba.
Diciembre 5: Estoy ocupado planeando el cómo hacer mi envío a Moore. Debo simular que proceden de algún entomólogo desinteresado que ha leído su Dípteros de África Central y Sur y cree que puede querer estudiar esa “nuevas e inidentificables especies”. Debe haber también amplias afirmaciones que las moscas de alas azules son inofensivas, como prueba la larga experiencia de los nativos. Moore debe estar con la guardia baja, y una de las moscas le picará tarde o temprano… aunque uno no puede decirse cuándo. Debo confiar en las cartas de los amigos de Nueva Cork. Ellos aún me hablan de Moore a veces para mantenerme informado sobre los primeros resultados, aunque juraría que los periódicos publicaran su muerte. Sobre todo, no debo mostrar ningún interés en el caso. Le remitiré las moscas durante un viaje, pero no debo ser reconocido al hacerlo. Lo mejor es que tome unas largas vacaciones en el interior, me deje la barba y envíe el paquete en Ukala, haciéndome pasar como un entomólogo de visita, y vuelva tras afeitarme la barba.
Abril 12,1930: De vuelta a M’gonga tras mi largo viaje. He enviado las moscas a Moore sin dejar pistas. Tomé unas vacaciones de Navidad el 15 diciembre y conseguí el material apropiado. Preparé un buen recipiente de correos, con un compartimiento para incluir alguna carne de cocodrilo contaminada de gérmenes como alimento de mis mensajeros. Por fin, en febrero tenía barba suficiente como para posar en un Vandyke. Aparecí por Ukala el 9 marzo y escribí una carta a Moore en la maquina de escribir del pueblo comercial. Firmé como “Nevil Wayland-Hall”, un supuesto entomólogo de Londres. Pienso que le di el tono apropiado… interés de un colega científico y todo eso. Fue artísticamente casual el enfatizar la “completa inocuidad” de los especímenes. Nadie sospechó nada. Afeité mi barba tan pronto como llegué a la sabana, para evitar un moreno desigual a mi vuelta. No utilicé porteadores nativos, excepto en un corto trecho de pantano: puedo hacer milagros con una mochila, y mi sentido de la orientación es bueno. La suerte me ha acompañado en tales viajes. Expliqué mi prolongada ausencia con alegatos a un conato de fiebre y el haberme extraviado cuando atravesaba la sabana. Pero ahora viene lo más duro psicológicamente: aguardar noticias de Moore sin mostrar interés. Por supuesto, puede quizás escapar a una picadura hasta que el veneno se desactive…pero, con su temeridad, las probabilidades son de cien a uno contra él. No tengo remordimientos, tras lo que me hizo, se merece eso y más.
Junio 30,1930: ¡Hurra! ¡El primer paso esta dado! Acabo de saber casualmente por Dyson de Columbia que Moore ha recibido unas nuevas moscas de alas azules provenientes de África, ¡y que está complemente desconcertado respecto a ellas! Ni palabra de ninguna picadura… ¡Pero si conozco la dejadez de Moore como creo, no tardará!
Agosto 27,1930: Carta de Morton en Cambridge. Afirma que Moore dice sentirse indispuesto, y habla de una picadura de insecto en la parte posterior de su cuello… De un curioso nuevo espécimen recibido a mediados de junio. ¿Habrá sucedido? Aparentemente, Moore no conecta la picadura con su debilidad. Si esto es verdad, entonces Moore ha sido picado en el período de transmisión infecciosa de los insectos.
Septiembre 12,1930: ¡Victoria! Otra carta de Dyson diciendo que Moore está en un estado verdaderamente alarmante. Ahora relaciona su enfermedad con la picadura que recibió sobre el mediodía del 19 junio, y está intrigado respecto a la identidad del insecto. Está tratando de ponerse en contacto con “Nevil Wayland-Hall”, quien le envió la remesa. Del apenas un centenar que le envíe, unas veinticinco parecen haber llegado vivas hasta él. Algunas escaparon en le momento de la picadura, pero algunas larvas aparecieron de huevos depositados durante el tiempo que estuvieron en el correo. Según Dyson, está incubando cuidadosamente tales larvas, Cuando maduren, supongo que podrá identificar el híbrido de las palpalis y las tse-tse, pero eso no le ayudará mucho ahora. ¡Se preguntará, sin embargo por qué el azul de las alas no se transmite por la herencia!
Noviembre 8,1930: Carta de media docena de amigos hablándome de la grave enfermedad de Moore. La de Dyson llegó hoy. Dice que Moore está completamente desconcertado sobre los híbridos salidos de las larvas y está comenzando a pensar que los padres pueden ser alados azules de forma artificial. Actualmente se ve obligado a guardar cama la mayor parte del día. Ninguna mención al uso del triparsamida.
Febrero 13,1931: ¡No podía ser tan bueno! Moore está agonizando, y no parece conocer el remedio, pero creo que sospecha de mí. He recibido una carta sumamente fría de Morton el último mes, donde no contaba nada sobre Moore, y ahora Dyson escribe también bastante someramente que Moore está haciendo teorías sobre todo el asunto. Ha llevado a cabo pesquisas acerca de “Wayland-Hall” por telegrama… a Londres, Ukala, Nairobi, Mombasa y otros lugares… sin, por supuesto, lograr nada. Creo que le ha dicho a Dyson lo que sospecha, pero Dyson no le creerá. Me temo que Morton sí. Creo que sería mejor hacer planes para salir de aquí y cambiar de identidad. ¡Vaya un final para una carrera que comenzó tan bien! La mayor parte de la culpa es de Moore… ¡pero ahora ha pagado con creces! Creo que volveré a Sudáfrica y quizás pueda depositar discretamente fondos para avalar mi nueva identidad: “Frederick Nasmyth de Toronto Canadá, agente de propiedades mineras”. Asentaré una nueva firma para identificación. Si nunca tengo que dar ese paso, puedo retransferir los fondos a mi verdadera identidad.
Agosto 15,1931: Ha pasado medio año, y aún sigue la incertidumbre. Dyson y Morton y otros amigos han dejado de escribirme. El doctor James de San Francisco tiene noticias puntuales, por amigos de Moore, y dice que Moore está en un coma casi continuo. No es capaz de andar desde mayo. Lo más que puede articular son quejas sobre el frío. Ahora no puede hablar, aunque se cree que aún tiene brotes de consciencia. Su respiración es rápida y entrecortada, y puede oírse a distancia. No hay duda que el Tripanosoma gambiense ha hecho su presa en él… pero aguanta más que los negros de por aquí. Tres meses y ocho días bastaron para Batta, y Moore sigue vivo casi un año después de ser picado. Este último mes he oído rumores sobre una intensiva búsqueda de “Wayland-Hall” por los alrededores de Ukala. No creo que necesite preocuparme aún, sin embargo, porque no hay nada que me relacione con ese asunto.
Octubre 7,1931: ¡Se acabó! Noticia de la Gaceta de Mombasa. Moore murió el 20 septiembre tras una serie de espasmos y con una temperatura muy por debajo de lo normal. ¡Con eso basta! ¡Dije que lo haría y lo hice! El periódico trae un reportaje de tres columnas sobre la larga enfermedad y muerte, así como sobre la inútil búsqueda de “Wayland-Hall”. Obviamente, Moore tenía mayor relevancia en África de lo que yo pensaba. El insecto que le picó ha sido ahora identificado totalmente, gracias a los especímenes supervivientes y las larvas desarrolladas, y las alas teñidas también han sido detectadas. Se acepta universalmente que las moscas fueron preparadas y enviadas para atentar contra su vida. Moore, según parece, comunicó ciertas sospechas a Dyson, pero este último y la policía callan debido a la ausencia de pruebas. Todos los enemigos de Moore están siendo investigados, y la Associated Press insinúa que “tendrá lugar una investigación que posiblemente involucre a un eminente médico, actualmente en ultramar”. Algo al final del reportaje indudablemente, obra del romanticismo barato del periodista amarillo me provocó un curioso estremecimiento en vista de las leyendas de los negros y la forma en que enloqueció la mosca cuando Batta murió. Parece que ocurrió un extraño incidente la noche de la muerte de Moore: Dyson fue despertado por el zumbido de una mosca de alas azules que inmediatamente escapó por la ventana justo antes que la enfermera telefoneara desde la casa de Moore, a unos kilómetros de distancia, en Brooklyn, informando de su muerte. Pero en lo que me concierne, a que más me interesa es el final del asunto africano. La gente de Ukala recuerda al barbado extranjero que escribió la carta y envió el paquete, y la policía está batiendo el país en busca de cualquier blanco que pudiera haberlo enviado. No contraté a muchos, pero si los agentes interrogan a los Ubandeses que me guiaron a través del cinturón de jungla de N’kini, tendré que explicar más de lo que deseo. Parece haber llegado el momento que desaparezca, mañana creo que dimitiré y me prepararé a marchar a lugares desconocidos.
Noviembre 9,1931: Ha sido un trabajo arduo que aceptaran mi renuncia, pero la liberación ha llegado hoy. No deseo agravar la sospecha huyendo abiertamente. La última semana he recibido noticias de James sobre la muerte de Moore… nada que no estuviera en los periódicos. Sus allegados de Nueva York parecen bastante reticentes a dar detalles, aunque todos hablan de una investigación en curso. Ni palabra de mis amigos del Este. Moore debió difundir peligrosas sospechas antes de perder el conocimiento, pero no existe ni un ápice de prueba que pueda presentarse contra mí. Aún así, no voy a correr riesgos. El jueves, saldré para Mombasa y allí tomaré un vapor hacia la costa de Durban. Tras de eso, me esfumaré…pero, poco después, el agente de propiedades mineras Frederick Nasmyth Mason, de Toronto, aparecerá en Johannesburgo. Este será el final de mi diario. Si bien no es el fin que yo esperaba, servirá para su propósito original tras mi muerte y revelará lo que de otra forma no sería conocido. Si, por otra parte, esas sospechas se materializan y persisten, confirmará y aclamará los difusos cargos y llenará muchos huecos importantes y desconcertantes. Por supuesto, si me veo en peligro, lo destruiré.Bueno, Moore esta muerto… se lo merecía de sobra. Ahora el doctor Thomas Slaunwite también esta muerto. Y cuando el cuerpo originario de Thomas muera, el público tendrá este diario...
Enero 15, 1932: Un nuevo año… y una renuente reapertura de este diario… Ahora estoy escribiendo solamente para aliviar mis pensamientos, ya que es absurdo fantasear con que el caso no está definitivamente cerrado. Estoy alojado en el Hotel Vaal de Johannesburgo, con mi nuevo nombre, y nadie ha puesto en duda mi identidad. Tengo algunos tratos de palabra sin cerrar para guardar mi apariencia de agente minero, y creo que podré actuar muy pronto en tales negocios. Más tarde iré a Toronto y crearé unas pocas evidencias de mi ficticio pasado. Pero lo que me molesta es un insecto que invadió mi habitación sobre el mediodía de ayer. Por supuesto, he tenido toda clase de pesadillas sobre moscas azules más tarde, pero eso era de esperar en vista de mi actual tensión nerviosa. Ese ser, no obstante, era una realidad palpable, y no sé qué pensar. Zumbó alrededor de mi estantería durante un buen cuarto de hora y esquivo cualquier intento de capturarla o matarla. Lo más extraño era su aspecto y color… ya que tenia alas azules y, en todo, era un duplicado de mis híbridos mensajeros de muerte. Cómo puede ser uno de ellos, de hecho, es algo que no puedo saber. Me deshice de todos los híbridos manchados o no que no envié a Moore y no puedo recordar ninguna fuga. ¿Será todo una alucinación? ¿O puede, algún espécimen de los que escaparon en Brooklyn cuando Moore fue picado haber encontrado el camino de vuelta a África? Está aquella absurda historia de la mosca azul que despertó a Dyson al Morir Moore… Pero, después de todo, la supervivencia y retorno de alguno de los seres no es imposible. Es Perfectamente plausible que el azul permanezca en sus alas, también ya que el pigmento artificial era casi tan bueno como para tatuarlos permanentemente. Por eliminación, creo que es la única explicación racional para este asunto, aunque es muy curioso que este ejemplar haya llegado tan al sur. Posiblemente se deba a algún instinto hereditario de residencia inherente a la tse-tse. Después de todo, ese lado suyo pertenece a Sudáfrica.
Debo protegerme de una picadura. Por supuesto, la toxina original si de hecho es una de las moscas huidas de Moore se ha perdido hace mucho tiempo; pero el ejemplar puede haber comido al volver de América y llegado tal vez por África Central, reinfectándose. De hecho, es lo más probable, ya que la palpalis que es la mitad de su herencia pueda haberla llevado de vuelta a Uganda y a los gérmenes de la tripanosomiasis. Aún conservo la triparsamida no fui capaz de destruir mi maletín médico, no importa lo delator que pueda resultar pero, desde que estudié el caso, ya no estoy tan seguro como antes de la eficacia de la droga. Hay posibilidades contrapuestas: ciertamente salvó a Gamba, pero existen grandes probabilidades de fallo. Es endemoniadamente extraño que esta mosca haya llegado hasta mi habitación. ¡Con todos los sitios que hay en la gran extensión de África! Es demasiada coincidencia. Supongo que si vuelve, podré por fin matarla. Me sorprendió que escapara hoy de mí, ya que esos ejemplares suelen ser estúpidos y fáciles de capturar. ¿No habrá sido una ilusión después de todo? Ciertamente, el calor me cansa últimamente como nunca… como ni siquiera en Uganda.
Enero 16,1932: ¿Estaré volviéndome loco? La mosca volvió este mediodía y se comportó de forma tan extraña que no supe qué pensar. Sólo a un espejismo por mi parte puede deberse lo que esa plaga zumbadora pareció hacer. Salió de ningún sitio y se puso a revolotear por la estantería… circundando una y otra vez frente a la copia del Dípteros de África Central y del Sur de Moore. A cada momento se posaba en el tope o el lomo del volumen y, ocasionalmente, se lanzaba hacia mí, retrocediendo antes que pudiera golpearla con un periódico doblado. Esas astucias son impropias de los notoriamente estúpidos dípteros africanos. Durante una media hora, intenté coger al maldito bicho, pero acabó escapando por la ventana a través de un hueco de la mosquitera en el que no había reparado. A veces creí que se burlaba deliberadamente de mí, poniéndome dentro del alcance de mi arma y luego huyendo diestramente antes que pudiera golpearla. Tengo que mantener firmes mis nervios.
Enero 17,1932: O Estoy loco o el mundo está en el brote de una brusca suspensión de las leyes de la probabilidad, tal y como las conocemos. Esta maldita mosca volvió a aparecer un poco antes del mediodía y comenzó a zumbar alrededor de los Dípteros de Moore de mi estantería. De nuevo traté de capturarla y de nuevo se repitió la experiencia de ayer. Finalmente, el bicho se acerco a mi tintero y se sumergió en él, tan sólo las patas y el tórax, dejando afuera las alas. Luego ascendió hasta el techo y lo embistió, comenzando a serpentear siguiendo un camino curvo y dejando un rastro de tinta. Tras un rato, descansó un instante e hizo un sencillo trazo desconectado del resto… luego cayó casi sobre mi rostro y desapareció de mi vista antes que pudiera alcanzarla. Algo en todo este asunto me parece monstruosamente siniestro y anómalo… más de lo que puedo explicarme. Cuando contemplé el rastro de tinta del techo desde diferentes ángulos, fue volviéndose progresivamente familiar para mí y, repentinamente, me percaté que formaba un signo de interrogación totalmente perfecto. ¿Qué artificio puede ser más malignamente apropiado? Esto es un prodigio que no puedo desdeñar. Los empleados del hotel no saben nada. No han visto la mosca esta tarde, y voy a guardar cerrado mi tintero. Pienso que la ejecución de Moore está pesándome y provocándome alucinaciones morbosas. Quizás no existe ninguna mosca.
Enero 18,1932: ¿En qué extraño infierno de pesadillas me hallo sumido? Lo qué sucedió ayer es algo que normalmente no puede suceder… y además un empleado del hotel ha visto el signo en el techo y da fe de su realidad. Sobre las 8 de esta mañana, mientras estaba escribiendo a mano, algo se lanzó por un instante sobre el tintero y se marchó antes que pudiera ver lo que era. Observando, vi a la infernal mosca en el techo, allá donde estuviera antes… serpenteando y trazando otro rastro de curvas y giros. No había nada que pudiera hacer, pero doblé un periódico con la esperanza que la criatura llegara a volar lo bastante cerca. Cuando hubo hecho varios giros en el techo, voló hasta un rincón oscuro y desapareció, y observando arriba, hacia el yeso doblemente pintarrajado, ¡vi que el nuevo trazo de tinta era un inmenso e inconfundible número 5! Durante un rato estuve casi inconsciente, sumido en una ola de indescriptible amenaza de la que no podía plenamente percatarme. Después, recobré mi resolución y tomé el camino de la acción. Acudiendo a una farmacia, obtuve goma y otros útiles necesarios para preparar una trampa pegajosa, así como otro tintero. Volviendo a mi habitación, llené el nuevo tintero con la mezcla adhesiva y lo deposité donde estaba el otro, dejándolo abierto. Luego traté de concentrar mi mente en leer. Sobre las 3, volví a escuchar al maldito insecto, y le vi revolotear sobre el nuevo tintero. Descendió hasta la pegajosa superficie, pero no la tocó y luego vino directo a mí… retrocediendo antes que pudiera golpearle. Luego, fue hasta la estantería y revoloteó alrededor del tratado de Moore. Hay algo oscuro y diabólico en el hecho que el invasor se demore junto a ese libro. Lo peor parte es la última. Alejándose del libro de Moore, el insecto voló hacia la ventana abierta y comenzó a embestir rítmicamente contra la mosquitera de alambre. Eran series de golpes, seguidas de otra serie de igual longitud y otra pausa. Algo en esa forma de actuar me atontó durante unos instantes, pero luego fui a la ventana y traté de matar al nocivo ser. Como de costumbre, no lo logré. Simplemente, voló por la habitación hasta la lámpara y comenzó a batir el mismo ritmo en la rígida pantalla de cartón. Sentí una vaga desesperación y procedí a cerrar todas las puertas, como había hecho con la ventana con la mosquitera del minúsculo agujero. Parecía totalmente necesario matar a ese persistente ser cuyos acosos están desequilibrando rápidamente mi cerebro. Luego, contando inconscientemente, me percaté que cada serie de golpes tenía exactamente 5 golpes. 5… ¡El mismo número que el ser ha trazado con tinta en el techo esta mañana! ¿Puede haber alguna conexión concebible? La idea es demencial, ya que implica que la mosca híbrida posee un intelecto y conocimiento de las figuras escritas propio de los humanos. Un intelecto humano… ¿No lleva esto a las más primitivas leyendas de los negros de Uganda? Y Además está esa infernal astucia con que me elude, en contraste con la normal estupidez de los de su especie. Mientras dejaba a un lado mi periódico doblado y me sentaba con un horror que iba en aumento, el insecto zumbó alejándose y desapareció por un agujero del techo, donde el eje del ventilador penetra en la habitación.
Esta marcha no me sobresaltó, ya que mi cabeza se había lanzado a una serie de extrañas y terribles reflexiones. Si esta mosca tiene una inteligencia humana, ¿de donde proviene? ¿Hay algo de verdad en la idea nativa que esas criaturas roban la personalidad de su víctima tras la muerte de esta ultima? Siendo así, ¿cuál es la personalidad de esta mosca? Había deducido que debía ser uno de aquellos huidos de las manos de Moore en el momento de ser picado. ¿Es éste el enviado de la muerte que ha picado a Moore? Si es así, ¿Qué quiere de mí? ¿Qué quiere, en cualquier caso, de mí? Empapado en sudor frió, recordé las acciones de la mosca que había picado a Batta cuando este murió. ¿Había sido su propia personalidad desplazada por la de su víctima muerta? Luego estaba el reportaje sensacionalista sobre la mosca que había despertado a Dyson cuando murió Moore. Respecto a esta mosca que me acosa, ¿podría ser que lleve una vengativa personalidad humana en su interior? ¡Cómo revolotea alrededor del libro de Moore!… pero me negué a creer un ápice de todo eso. Entonces empecé a convencerme que la criatura estaba en efecto infectada y de la forma más virulenta. Con maligna deliberación, puesta de evidencia por cada acto, seguramente se había infectado voluntariamente con los bacilos más mortíferos de toda África. Mi mente, profundamente afectada, estaba ahora dando todo eso por sentado.
Llamé nuevamente al recepcionista Y solicité alguien que taponara el agujero del eje y otras posibles fisuras de la habitación. Dije que las moscas me atormentaban, y pareció bastante comprensivo. Al llegar el hombre, le mostré los trazos de tinta del techo, que él reconoció sin ninguna dificultad. ¡Luego son reales! El parecido con una interrogación y un 5 le asombraron y fascinaron. Por fin, obturó todos los agujeros que pudo encontrar y reparó la mosquitera, por lo que ya puedo tener abiertas las ventanas. Evidentemente, me catalogó como algo excéntrico, sobre todo porque no apareció ni un insecto mientras estuvo allí. Pero eso a mí no me importa. Esta tarde la mosca no ha venido. ¡Sabe Dios qué es, qué quiere, o qué será de mí!
Enero 19:1932 Estoy completamente sumido en el horror. El ser me ha tocado. Hay algo monstruoso y demoníaco obrando a mi alrededor, y yo soy una víctima indefensa. Durante la mañana, cuando volví del desayuno, el diablo alado del infierno entró en la habitación sobre mi cabeza y comenzó a embestir de nuevo contra la mosquitera, tal como lo hiciera ayer. Esta vez, no obstante, cada serie de golpes constaba de sólo 4 golpes. Me abalancé sobre la ventana e intenté cogerla, pero se escapó como es habitual y voló sobre el tratado de Moore, donde comenzó a zumbar, circundándolo burlonamente. Su aparato vocal es limitado, pero me percaté que sus zumbidos formaban grupos de 4. En ese momento yo estaba ciertamente loco, ya que le dije:
“Moore, por amor a Dios, ¿que quieres?” Cuando hice esto, la criatura detuvo bruscamente sus círculos, voló hacia mí e hizo un bajo y gracioso picado en el aire que sugería un arco. Luego voló de vuelta al libro. Al menos, creí verla hacer todo esto… pero no puedo confiar demasiado en mis nervios. Luego vino lo peor. Había dejado la puerta abierta, deseando que el monstruo se fuera si no podía atraparlo, pero, sobre las 11:30, cerré la puerta, creyendo que se había ido. Luego me senté a leer. Justo a mediodía sentí un cosquilleo en el reverso de mi cuello, pero al palpar no encontré nada. Un instante después, sentí de nuevo el cosquilleo… y, antes de poder moverme, el indescriptible engendro infernal apareció ante mi vista, viniendo desde detrás, hizo otro de sus burlones y graciosos picados en el aire, y voló a través del agujero de la llave… que nunca soñé que fuera suficientemente amplio para permitirla pasar. Esa cosa me ha tocado, no hay duda. Lo ha hecho sin dañarme… y entonces recordé con un repentino y helado espanto que Moore fue picado en la parte trasera del cuello, a mediodía. No ha habido más apariciones desde entonces… pero he obturado todos los ojos de cerradura con papel y tengo un periódico doblado, listo para usar cada vez que abro la puerta para salir o entrar.
Enero 20:1932 todavía no puedo creer totalmente en lo sobrenatural, aunque temo que estoy perdido. El asunto es demasiado para mí. Justo antes del mediodía de hoy el demonio apareció por fuera de la ventana y repitió su operación de embestidas, pero vez con series de 3. Cuando llegué hasta la ventana, había volado fuera de la vista. Aún tengo bastante presencia de ánimo como para hacer otro intento de defensa. Quitando las mosquiteras, las he untado de mi preparación pegajosa, la misma que utilicé en el tintero por dentro y por fuera, y volví a colocarlas en su lugar. Si la criatura intenta nuevos redobles, ¡será su fin!
Enero 21 1932 En el tren de Bloemfontein. Me he ido. El ser ha ganado. Tiene una inteligencia diabólica contra la que mis artefactos son ineficaces. Apareció en el exterior de la ventana esta mañana, pero no tocó la red pegajosa. En vez de eso, se mantuvo sin posarse y comenzó a revolotear en círculos, dos cada vez, seguidos de una pausa en el aire. Tras realizar varias evoluciones, voló fuera de la vista sobre los tejados de la ciudad, Mis nervios están a punto de romperse, ya que tales sugerencias de números son susceptibles de espantosas interpretaciones. El lunes la cosa trazó el número 5, el martes, el 4 el miércoles el 3 y hoy el 2. 5, 4, 3, 2… ¿Qué puede ser sino una monstruosa e impensable cuenta atrás de días? Con qué propósito, sólo los poderes maléficos del universo pueden saber. Me pasé toda la tarde empacando y organizando mis baúles, y he tomado el expreso nocturno de Bloemfontein un cómodo y excelente establecimiento, pero el horror me persigue. He cerrado puertas y ventanas, he bloqueado las cerraduras, buscado posibles fisuras y bajado todas las pantallas, pero justo antes del mediodía escuché un turbio golpe. Alzando la pantalla, vi a la maldita mosca, tal como había esperado. Describió un largo y lento círculo en le aire y luego voló fuera de la vista. Me quedé hecho un guiñapo, y tuve que descansar en el diván. ¡1! Estaban claras las implicaciones del Mensaje del monstruo. Un Golpe, un círculo. ¿Significa esto un día antes más antes que me alcance algún impensable destino? ¡Debo volver a huir o permanecer aquí sellando la habitación. Tras una hora de descanso, me sentí capaz de obrar y pedí una amplia reserva de carne empaquetada y enlatada así como ropa limpia y toallas para que me la envíen. Mañana, bajo ninguna circunstancia abriré ni un resquicio de la puerta o ventana. Cuando la comida y la ropa llegaron, el negro me miró de forma extraña, pero no me preocupa cuán excéntrico o demente pueda parecer. Estoy siendo hostigado por poderes peores que el ridículo. Habiendo recibido mis suministros, recorrí cada milímetro de las paredes y obturé cada microscópica abertura que pude encontrar. Por fin, me siento capaz de dormir realmente.
(Aquí la caligrafía se vuelve irregular, nerviosa y muy difícil de descifrar.)
Enero 23:1932 Es mediodía, y siento que va a suceder algo sumamente terrible. No he dormido como esperaba, a pesar que no pude casi hacerlo anoche en el tren. Me levanté temprano, y he tenido problemas para concentrarme en algo, sea leer o escribir. Esa cuenta atrás lenta y deliberada de días es demasiado para mí. No sé qué es lo que está mal… si la naturaleza o mi cerebro. Hasta cerca de las 11 hice muy poco, excepto pasear arriba y abajo por la habitación. Luego escuché un crujido en los paquetes de comida que me trajeron ayer, y esa mosca demoníaca surgió ante mis ojos. Cogí algo plano y lancé golpes al ser a pesar de mi miedo pánico, sin más efecto que el habitual. Tal como había previsto, ese horror de alas azules se retiró como de ordinario hacia la mesa donde había amontonado mis libros y se posó durante un segundo en el Dípteros de África Central o del Sur de Moore. Luego, mientras la seguía con la mirada, voló sobre el reloj de la repisa y se posó en la esfera, cerca del número 12. Antes que pudiera intentar ningún movimiento, había comenzado a reptar por la esfera muy lenta y deliberadamente… en la dirección de las manecillas. Pasó sobre el minutero, se retorció arriba y abajo, pasó la manecilla de las horas y finalmente se detuvo exactamente sobre el número 12. Al hacer esto agitó las alas con un sonido zumbante. ¿Es un prodigio de alguna clase? Me estoy volviendo tan supersticioso como los negros. Acaban de pasar las 11. ¿Serán las 12 el final? Aún me queda un último recurso, surgido de mi mente bajo la total desesperación. Quisiera haberlo pensado antes. Recordando que mi maletín de medico contiene las sustancias necesarias para generar cloruro, he decidido llenar la habitación con ese vapor letal: asfixiando a la mosca mientras que me protejo con un pañuelo empapado en amoníaco y colocado sobre el rostro. Afortunadamente, tengo una buena reserva de amoníaco. Esta rústica mascara probablemente neutralizará los vapores del acre clorhídrico mientras muere el insecto… o queda al menos lo bastante aturdido como para poder aplastarlo. Pero debo apresurarme.
¿Cómo estar seguro que el ser no me picará bruscamente antes que mi preparado esté listo? No debo detenerme para escribir este diario.
Más tarde. Ambos elementos, ácido hidroclorhídrico y dióxido de manganeso, están sobre la mesa, listos para la mezcla. He anudado el pañuelo sobre mi nariz y boca, y tengo un bote de amoníaco preparado para empaparlo en cuanto esté listo el cloruro. He bajado ambas ventanas. Pero no me gustan los actos de este demonio híbrido. Permanece en el reloj, pero se mueve lentamente por la esfera hacia el 12 siguiendo el avance gradual del minutero. ¿Será ésta mi última anotación en este diario? Sería inútil tratar de negar las sospechas. Demasiado a menudo un grano de increíble verdad acecha bajo la más salvaje y fantástica de las leyendas. ¿Es quizás la mosca que le picó y que, consecuentemente, absorbió su conciencia a su muerte? Si es así, y me pica, ¿desplazará mi propia personalidad a la de Moore y entrará en ese ser zumbante cuando muera a resultas de la picadura? Quizás, no obstante, no necesite morir, aún si llega hasta mí. Siempre esta el recurso de la triparsamina. Y no me arrepiento de nada. Moore tenia que morir, él se lo buscó.
Un poco más Tarde. La mosca se ha detenido en la esfera, cerca de la marca de los ¾ cuartos de hora. Ahora son las 11:30 AM. Estoy empapando el pañuelo sobre mi rostro con amoníaco y manteniendo a mano la botella para ulteriores aplicaciones. Ésta será la anotación final antes que mezcle el ácido y el manganeso, y libere el cloruro. No puedo perder tiempo, pero, para este diario, he perdido totalmente la razón hace tiempo. La mosca parece inquietarse y el minutero se aproxima. Ahora, el cloruro…
(Fin del diario)
El 24 de enero 1932, tras repetidas llamadas que no obtuvieron respuesta del excéntrico alojamiento en la habitación 303 del Hotel Orange, un empleado entró con una llave maestra y posteriormente huyó gritando escaleras abajo, para contar al recepcionista lo que había encontrado. Éste, tras avisar a la policía, reclamó al director, y este último acompaño al agente De Witt, el juez Bogaert y el doctor Van Keulen a la fatal habitación. Su ocupante yacía muerto en el suelo, boca arriba y cubierto con un pañuelo que olía fuertemente a amoníaco. Bajo éste, sus facciones mostraban una expresión de tenso y completo miedo que se contagió a los observadores. En la parte trasera del cuello, el doctor Van Keulen encontró una virulenta picadura de insecto de un rojo intenso, con un anillo púrpura a su alrededor que sugería la de una mosca tse-tse o algo todavía menos inocuo. El examen mostró que la muerte debió producirse por lo menos de un ataque cardíaco, producido por el puro miedo antes que de la picadura… aunque una posterior autopsia indicó que el germen de la tripanosomiasis se había introducido en su sistema. Sobre la mesa descansaban algunos objetos: un gastado libro de cuero conteniendo el diario arriba transcrito, una pluma, un taco de hojas y un tintero abierto, un maletín de médico con las iniciales «T.S.» grabadas en oro, botes de amoníaco y ácido hidroclorhídrico, y un vaso lleno hasta su cuarta parte de dióxido de manganeso negro. La botella de amoníaco mereció un segundo vistazo, debido a lo que había en el interior del fluido. Mirando atentamente, el juez Bogaert vio que su extraño ocupante era una mosca.
Parecía ser alguna especie de híbrido con un vago parentesco con la tse-tse, pero sus alas mostrando un débil azul a pesar de la acción del fuerte amoníaco eran un completo misterio. Algo en todo esto evocó un débil recuerdo de noticias periodísticas en el doctor Van keulen; un recuerdo que el diario pronto confirmó. Sus extremidades inferiores parecían haber podido borrar totalmente. Quizás había caído en algún momento en el tintero, aunque las alas están intactas. ¿Pero cómo se las habría arreglado para caer en la botella de cuello angosto del amoníaco? ¡Era como si, deliberadamente, la criatura se hubiera arrastrado por allí para suicidarse! Pero lo más extraño de todo fue lo que descubrió el agente De Witt en el liso techo blanco sobre sus cabezas cuando sus ojos se alzaron curiosamente. A su grito, los otros 3 siguieron su mirada… incluso el doctor Van Keulen, que llevaba algún tiempo ojeando el gastado libro de cuero con una expresión donde se mezclaba el horror, la fascinación y la incredulidad. En el techo había una serie de temblorosos y titubeantes trazos, como los que haría el paso de un insecto bañado en tinta. Al instante, todos pensaron en las manchas de la mosca tan extrañamente hallada en la botella de amoníaco.
Pero aquéllas no eran trazos ordinarios de tinta. Aún al primer vistazo, se descubría algo inquietantemente familiar en ellos, y una investigación más de cerca provocó boqueos de sobresaltado asombro a los 4 observadores. El juez Bogaert miró por toda la habitación, en busca de instrumentos o útiles o muebles apilados que hubieran hecho posible la realización de esas temblorosas marcas fueran trazadas por la mano humana. No encontraron nada parecido, volvió su curiosa, y casi espantada, mirada hacia arriba. Ya que, más allá de cualquier duda, aquellas manchas de tinta formaban definidas letras del alfabeto… letras agrupadas coherentemente para formar palabras inglesas. El doctor fue el primero en descifrarlas, y los otros escucharon sin aliento mientras recitaba el mensaje demencial tan increíblemente garabateado en un lugar fuera del alcance de la mano humana.
“VER MI DIARIO… ME COGIÓ PRIMERO… MORÍ… LUEGO VI QUE ESTABA EN ELLA… LOS NEGROS TENÍAN RAZÓN… HAY EXTRAÑOS PODERES EN LA NATURALEZA… AHORA AHOGARÉ LO QUE HA QUEDADO…”
Entonces en mitad del silencio desconcertado que siguió, el doctor Van Keulen comenzó a leer en alto el gastado diario de cuero".
H.P. Lovecraft/Hazel Heald
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